Señor de Todo
El ser humano es complejo en su manera de razonar y percibir el mundo, es extraña la forma que como creación percibimos el amor y la existencia de Dios, y como nos relacionamos con El. Muchos recordamos a Dios a menudo cuando estamos en apuros, en situaciones dolorosas en peligro de muerte, en una enfermedad terminal, y es que estamos tan acostumbrados a valernos por nosotros mismos que realmente no tenemos tiempo para Dios, esto se debe a la autosuficiencia, que tiene que ver con suplirse a uno mismo de los productos y bienes que se estiman relevantes para la supervivencia (por ejemplo, la comida, el abrigo, la protección) pero también puede hacer referencia al estado anímico y emocional que hace que una persona no dependa de los otros si no que pueda llevar adelante las diferentes situaciones de su vida por su cuenta, y esto no es negativo pues Dios mismo nos dio capacidades, habilidades, inteligencia y el libre albedrío, pero olvidar que Dios es y sera siempre el Creador de todo, con poder para dar y quitar, salvar y sanar, determinar y tomar acciones en todo incluyendo nuestras vidas es un error que el ser humano constantemente comete.
Es triste que solo podamos acordarnos de Dios cuando las cosas no están bien y no tenemos otra opción que acudir a El. Dios desea ser parte de nuestras vidas enseñarnos el propósito para el que nos creo, darnos la oportunidad de conocerle y conocer sus planes, y suplir nuestras necesidades, y aunque muchas veces vivimos sin EL, sin tomar en cuenta su voluntad no significa que estemos fuera de su soberanía, Dios es dueño y Señor de todo, reconocer que le necesitamos y que nuestra vida le pertenece es el primer paso para dejar de ser autosufientes.
Salmos 24: 1
La tierra es del SEÑOR y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen.
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